FeLorena Pérez es una joven de 35 años con síntomas de celiaquía muy claros desde que era bebé, pero el diagnóstico no le llegó hasta muchos años después, cumplidos los 14, tras años de sufrimiento, anemias, diarreas, incluso vómitos.

En la celiaquía, la diarrea puede ser uno de los síntomas frecuentes, pero también puede no aparecer. La pérdida de peso o el retraso del crecimiento son  síntomas secundarios de esta patología provocada por la ingesta de gluten, una proteína amorfa que se encuentra en la semilla de muchos cereales y hace la vida imposible a los celiacos.

Cuenta Lorena que sus primeros síntomas de celiaquía dieron la cara cuando era un bebé. No crecía como debía, no conseguía el peso que tenía que tener para la edad y era una niña muy delgada.

“Cuando veo ahora mis fotos de bebé metía miedo, las piernas delgaditas, y una barrigota super hinchada”. Según  le han contado sus padres cada poco tiempo tenía gastroenteritis, no podía ir al cole porque se tiraba dos semanas vomitando y con diarreas, pero el médico decía que era normal que algo le habría sentado mal.

La anemia
”En definitiva era una niña que comía poco y que tenía las defensas siempre bajas y siempre tenía anemia”. “He estado tomando hierro y ácido fólico prácticamente toda mi vida”, porque le diagnosticaron tarde  y además su recuperación tardó en llegar. Con 14 años, un médico que hacía una sustitución sospechó que su cuadro sintomático podía deberse a una celiaquía.

Sin nutrientes
Las pruebas que le encargan confirman el diagnóstico: “Tenía el intestino hecho un cuadro, tenía una atrofia severa y por eso no absorbía nutrientes… estaba siempre con anemias”. Califica su calidad de vida de “penosa” porque estaba siempre cansada y con cambios de humor bruscos, muy irritable y dormía poco y mal.

Problemas de piel
Además tenía problemas de piel: “sobre todo en la cara le aparecieron  unas llaguitas y también aftas bucales que son síntomas muy habituales”.

Gracias a las pruebas genéticas descubrieron de paso que su madre, entonces con 38 años, también era celiaca. Lorena Pérez ha estudiado periodismo y, junto con el ingeniero informático Juan Luis Quiroz, está detrás de la  web celicidad.

En esta página dan a conocer la celiaquía, cómo llevar una dieta sin gluten de forma correcta o cómo desterrar ciertos mitos sobre el gluten y esta enfermedad. También mueven una app gratuita donde se pueden encontrar más de 2.100 restaurantes, con sus características y ubicación sobre el mapa.

Celiaquía: múltiples síntomas
Según el doctor Alberto Cerpa, normalmente la presentación clásica más frecuente en los niños comienza cuando a los seis meses empiezan a tomar cereales,  y asoma un peso y un percentil bajo, hinchazón, diarrea y/o desnutrición.

Otro síntoma más frecuente en niños y adolescentes es la dermatitis herpetiforme (ampollitas con agua en su interior). “Los dermatólogos hoy lo reconocen muy bien y siempre sospechan de celiaquía porque es algo que está muy asociado”. También las aftas en la boca.

Pero ya en la edad adulta es más complicado el diagnóstico. Hay pacientes en los que la celiaquía ha pasado desapercibida a lo largo de gran parte de su vida y da la cara cuando tienen  60 o 70 años.

Síntomas no digestivos
“Y da la cara con otro tipo de síntomas no digestivos”. Pueden presentar una anemia por falta de hierro, o fracturas óseas que no se esperan para la edad.

“Además se pueden encontrar, por ejemplo, personas con 45 años que afirman que están muy cansadas y pueden pensar que es estrés o que trabajan mucho y no comen bien.” La presentación clínica de los síntomas de la celiaquía es muy variada. 

Dolencia autoinmune
Al ser una dolencia autoinmune, explica el especialista, puede afectar no solo al aparato digestivo sino también a otras partes del organismo.

“A veces incluso puede ser un neurólogo que ve un vértigo que puede estar asociado a la celiaquía o un traumatólogo que ve una osteoporosis, por déficit de absorción de vitamina D o calcio y esto es porque el paciente tiene el intestino inflamado por la enfermedad”.

Las dolencias que se pueden encontrar debido a una celiaquía no diagnosticada a tiempo “van desde fracturas por un pequeño golpe a diabetes, ataxia (dificultad para andar),  tiroiditis (inflamación de la glándula tiroides), abortos y partos prematuros, por déficit nutricional e incluso infertilidad e impotencia”.

Picor tardío
De acuerdo con el doctor Alberto Cerpa hay un pico tardío en personas con 60/70 años que han pasado toda su vida comiendo gluten pero son casi asintomáticos. “Han ido poco a poco y tienen déficit de vitamina A, D, B; de zinc; magnesio; fósforo; calcio y de muchas cosas”.

Todos esos déficits pueden provocar hormigueo y dificultad incluso para caminar. “También pueden acabar en tumores intestinales. No es frecuente pero si son muchos años sin tratamiento se puede llegar a patologías severas”.