Raleigh.-  Edgar Cardona dice haber vuelto a nacer. A sus 61 años este hombre guatemalteco se ha enfrentado a la muerte y ha ganado la pulseada.“Ha sido un milagro”, dijo a su salida del hospital WakeMed donde estuvo internado durante casi tres meses debido al COVID-19.

Cardona, quien reside en Fuquay Varina, al suroeste de Carolina del Norte, fue ingresado de emergencia al hospital el 14 de septiembre del año pasado. Su estado se agravó rápidamente, pasó a cuidados intensivos (UCI) y fue conectado a un ventilador artificial hasta el 4 de octubre, cuando fue declarado “muerto”.

“El señor Cardona realmente superó las probabilidades. Es uno de los pocos pacientes que sobreviven con el ventilador durante un período prolongado. De hecho, “murió”, lo que significa que su corazón se detuvo y fue resucitado. Hubo muchas ocasiones durante sus 44 días en la UCI en las que el panorama fue muy sombrío”, explica a Qué Pasa la enfermera Toni Webster, quien estuvo al cuidado del padre inmigrante.

La familia de Edgar a las afueras de WakeMed en Raleigh a la espera de su alta el 24 de diciembre

La historia de un milagro

Liliana Cardona recuerda las palabras de su padre al otro lado de la línea telefónica. “Me dijo: M’hija ayudame o déjame morir”.

Estaba solo en su vivienda donde se había confinado luego de presentar síntomas de COVID-19. “Estaba muy agitado, casi no podía hablar… dejé mi trabajo y en el camino llamé al 911. Para cuando llegué a su casa, (los paramédicos) sacaban a mi padre que había estado tirado en el piso”, rememora Liliana.

Las imágenes de ese día llegan por fragmentos a la memoria de Edgar. “Recuerdo haberme sentido muy mal, ser sacado de la traila, llegar al hospital. Después perdí el conocimiento. Mi familia dice que estuve más de 40 días en coma”.

Durante su internación obraron la fe y los cuidados médicos

La madrugada del 4 de octubre, Lilliana recibió una llamada del hospital para avisarle que Edgar había sufrido un infarto, es decir que su corazón había dejado de latir por algunos minutos. Lo habían resucitado pero, la esperanza de que él sobreviviera era escasa.  “Me dijeron que no había nada que hacer”.

“Nos reunieron en una sala para que habláramos sobre el funeral o el traslado de su cuerpo a Guatemala. Nunca pensamos sentarnos frente a alguien para discutir de algo que no queríamos ni pensar”, cuenta Claudia Cardona, otra de las hijas de Edgar. “Nos dijeron que mi padre podría sobrevivir unos 30 minutos más, debido a que sus pulmones podían reventar o tener otro infarto”.

Edgar sosteniéndose en pie luego de pasar semanas en coma

Sin embargo, Edgar luchó. Los 30 minutos se convirtieron en una hora, en dos, luego en un tiempo indefinido, donde él poco a poco superó su crítico estado.

“Mi mamá insistió a los médicos que no lo desconectaran del oxígeno porque aún tenía pulso. En ese momento comenzamos a orar por un milagro y el corazón de mi padre comenzó a latir más fuerte”, dice Liliana.

Durante los casi tres meses en el hospital, el estado de salud de Edgar pasó por muchos picos. El afirma que tuvo un ángel que lo cuidó: la enfermera Toni Webster quien además aportó sus conocimientos como voluntaria en Guatemala para ayudar en su recuperación.

“Uno de nuestros increíbles médicos había leído un nuevo artículo de JAMA sobre estrongiloides en pacientes con COVID19. Estos son parásitos que tienen muchas personas de países subdesarrollados y en desarrollo debido a la mala calidad del agua. Después de discutir durante las rondas esta posibilidad y hablar sobre cómo administramos el medicamento Ivermectina a muchos pacientes mientras estaban en Guatemala, el médico decidió comenzar con el medicamento y realizar pruebas para este problema. El señor Cardona, comenzó a mejorar con este tratamiento”, explica la enfermera.

Los videos y fotos subidos por sus familia en las redes sociales construyen una línea de tiempo sobre su evolución. Pasó de depender de un respirador artificial a dar sus primeros pasos tras muchas semanas en cama.
“Fue un proceso duro. Desarrolló neumonía, sus pulmones estaban muy cerrados, se presentaron bacterias en el estómago”, cuenta Claudia.

Pide se cuiden
Pese a todos los cuidados que dijo haber tenido, Edgar no pudo esquivar al COVID-19. Casi toda su familia había dado positivo y aunque él vivía junto a su esposa en otra traila, hubieron ocasiones donde fue a dejar algo de comida y medicinas a sus hijos.

“Yo me cuidaba mucho desde que comenzó la pandemia. Usaba guantes, desinfectante y mascarilla. Evitaba reunirme con personas. Pero mi familia se enfermó y a veces iba a dejarles pastillas y comida. Un día me senté a la mesa a comer con ellos”.

Lamentablemente para Edgar los síntomas desarrollados en él fueron más graves.

La enfermera Toni Webster cuidó a Edgar, quien la considera un ángel

“He pasado por un largo proceso. No tomemos como si fuera poca cosa esta pandemia. Quiero decirle a la comunidad hispana, que se cuide porque este COVID-19 no es un juego. Yo lo pasé, lo sufrí y hoy en día aún estoy en cama respirando con ayuda de oxígeno”.

La enfermera Webster se hace eco de este mensaje y agrega que se debe también confiar en la ciencia.

“Los trabajadores de la salud llevan siglos usando mascarillas para prevenir la propagación de enfermedades y reducir la propagación de gérmenes. Solo deseo que más personas crean que, de hecho, disminuyen la transmisión”.

Edgar abandonó el hospital el 24 de diciembre. En su casa, sus hijos y nietos lo recibieron como el mejor regalo de Navidad.

Tiene una tos molesta que lo interrumpe cuando habla y se agita con regularidad, pero a pesar de eso se siente contento. Le ha ganado al COVID-19 y a la muerte. ”He vuelto a nacer. Dios me ha dado un nuevo soplo de vida”, dice.

 

 

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