Nueva York, 26 nov (EFE).- Conocido por liderar a los Estados Unidos durante la Primera Guerra Mundial, el que fuera el vigésimo octavo presidente de los EEUU, Thomas Woodrow Wilson, pasó de ser una figura política e intelectual ejemplar a ser cuestionado por las nuevas generaciones por su supuesto racismo.

Alumnos de la Black Justice League, un grupo a favor de los derechos de los afroamericanos, pidieron la retirada del nombre de Wilson de la Woodrow Wilson School of Public and International Affairs, y cualquier otro edificio de la Universidad de Princeton (Nueva Jersey), de la que Wilson fue presidente de 1902 a 1910.

Aseguran que Wilson segregó a los trabajadores dentro de la propia administración estadounidense y que solo los blancos ocuparon bajo su mandato puestos de influencia.

Bajo la etiqueta en las redes sociales de "OccupyNassau", que en los últimos días recibió el apoyo de alumnos de Princeton y otras universidades a través de Twitter, y la recolección de firmas en la Change.org, miembros del grupo ocuparon el pasado miércoles por la noche el despacho del ahora presidente, Christopher L. Eisgruber.

La petición de Change.org, que entre otros pide a la universidad que "reconozca públicamente el legado racista de Wilson y cómo este afectó a la cultura y gestión del campus", o un "espacio dedicado a los estudiantes afroamericanos", alcanzó en pocos días el apoyo de 1.000 firmas a favor de la demanda.

Aún así, la polémica decisión no fue recibida con los brazos abiertos por todos los estudiantes y rápidamente apareció una propuesta alternativa para "proteger la pluralidad y la perspectiva histórica" de la universidad.

Esta segunda propuesta admite y acepta la preocupación de la Black Justice League (BJL), pero califica de "alarmante y peligroso" que se pretenda eliminar una "figura histórica que hizo enormes contribuciones al desarrollo de la universidad".

En solo tres días la petición superó el millar de firmas y está cerca de lograr las 1.500 firmas reclamadas, con lo que el debate está servido.

"No queremos eliminar el legado de Wilson", dijo la miembro de la BJL, Wilglory Tanjong, que aseguró que se puede "comprender y preservar la historia de Princeton sin la necesidad de idolatrar o convertir a Wilson en una especie de Dios".

Y es que la figura del presidente estadounidense está muy presente en todos los ámbitos de la universidad, desde edificios con su nombre hasta anuncios con sus citas más célebres en el comedor del campus, según explica el periódico The New York Times.

La respuesta de la Universidad tampoco se hizo esperar, y el pasado domingo el presidente Eisgruber emitió un comunicado en el tablón de noticias de Princeton donde aseguró "estar trabajando para hacer de la Universidad una comunidad más acogedora y receptiva para que todos sus miembros se sientan bienvenidos".

El comunicado deja una "puerta abierta" para intentar contentar a los distintos corrientes sensibles a este problema, y afirma que la junta directiva "repasará la historia del campus" y que "escuchará las opiniones sobre el legado de Woodrow Wilson" a través de un nuevo comité creado específicamente para esta tarea.

Durante los ocho años en los que Wilson fue presidente de Princeton, los afroamericanos tenían vetado el acceso a la universidad, y fue en 1947, varios presidentes después, cuando la universidad admitió al primer estudiante afroamericano.